jueves, 18 de diciembre de 2014

El Purgatorio: Un Modelo de Empresa



            “Heaven is a place on earth” (El Cielo es un lugar en la tierra), cantaba Belinda Carlisle en los ochentas. Lo mismo dicen del Infierno, de acuerdo a una canción de la banda argentina Kutna Hora en su álbum del 2002. Si ambos lugares están en la tierra, el Purgatorio también lo debe estar; si es que acaso existe.

            El Cielo puede describirse como un ambiente en donde alguien estaría constantemente motivado, como en un trabajo genial. La mayoría de las personas no creen que trabajar sea parte del Cielo, pero ¿realmente cuántos de nosotros podemos soportar más de un mes de vacaciones? Además, ¿qué puede ser más gratificante que un trabajo que te permite superar nuevas metas constantemente? (O un negocio, o un proyecto, o un trabajo en una ONG).



         Por el contrario, el Infierno es la total ausencia de cualquier motivación. Para los ciudadanos del primer mundo, el Infierno equivale a un trabajo de mierda. Sin embargo, en un país en vías de desarrollo, el Infierno equivale a NO tener trabajo. Y esto es campo fértil para las empresas tiránicas.

         La mayoría de las personas en los países ricos no creen en la existencia del purgatorio. Las cosas son monocromáticas, estas en el Cielo o en el Infierno. En Latinoamérica, lugar donde habitan solo un miembro rico de la OMC y hogar del 40% de los católicos del mundo, el Purgatorio es una creencia común, y es parte de nuestra vida diaria.




         Los habitantes de América Central que deciden migrar de ese Infierno económico con dirección del Cielo Norteamericano, tienen que pasar por el Purgatorio mexicano. Antes de que puedas casarte, tienes que pasar por el purgatorio de conocer a la familia de tu futuro cónyuge (y agradarles). En la mayoría de las universidades de México, tienes que pasar por el Purgatorio de la tesis antes de poder titularte. Si quieres conocer Disneylandia, tienes que pasar por el Purgatorio de sacar tu visa en la Embajada Americana. Y ejemplos como estos, abundan.

Entonces, dado que estamos acostumbrados, no es de sorprenderse que la mayoría de los latinoamericanos trabajan para una empresa tirana en un trabajo como de Purgatorio. Y, (aquí empieza la rechifla) no hay nada incorrecto con estas empresas.

¿Cómo?

Bueno, como lo menione anteriormente, las cosas son más complicadas en el tercer mundo. Primero, el Infierno es peor: es más fácil caer en la pobreza y más difícil salir de ella. Segundo, la economía es más parcial, lo que quiere decir que es más difícil que una empresa pequeña sobresalga a que una empresa grande se mantenga. Tercero, para los empresarios no hay salida fácil de los compromisos salariales y de prestaciones sociales.

         Para muchas compañías tiene más sentido ser tiranas que invertir en su capital humano (la sobrevivencia supera a la excelencia).



         En su libro “
No Excuses”, Jennifer Robin and Michael Burchell, establecen que solo existen excusas para no convertir a cualquier ambiente de trabajo en un excelente ambiente de trabajo. Y yo estoy de acuerdo cuando hablamos de una economía libre. Pero, en Latinoamérica hay un obstáculo más: un mayor riesgo, que nubla la visión del dueño del negocio.

         Unas cuantas notas previas antes de meternos más en el tema:
  • Es más difícil y caro en Latinoamérica hacer que una empresa cotice en la bolsa, aunque aquí hay un buen artículo al respecto.
  • La inestabilidad económica pesa en cualquier decisión (y el miedo a ella pesa más).
  • Entre más notoria (y grande) sea una empresa en Latinoamérica, mayor es el riesgo de que los dueños sufran de extorsión, secuestros y auditorías del gobierno.
  • La mayoría de los dueños odian leer sobre estrategias o filosofías de negocios (en especial si están en inglés), y cuando lo hacen, no creen nada de lo que leyeron. La mayoría profesa modelos creados con la revolución industrial.
  • Y no olvidemos la corrupción, el “FastPass®” latinoamericano.
Como líder empresarial en Latinoamérica, tienes dos opciones: dirigir tu empresa a la grandeza o dirigirla a la permanencia. En EUA, por ejemplo, los líderes no tienen dos opciones, deben dirigir a su empresa a la grandeza para garantizar la permanencia de la misma.
Pero, como he estado diciendo, eso solo es cierto en una economía libre.

Si decides dirigir a tu empresa a la grandeza, debes contratar a los mejores (y más caros) profesionistas, debes enfrentar una competencia brutal por parte de compañías más grandes y vas a ser sujeto de más escrutinio por el gobierno y (tal vez) por los medios.

El riesgo de fracasar es más grande también. Sin embargo, algunos líderes no se dan por vencidos.




Si decides guiar a tu empresa a la permanencia, debes contratar profesionales más baratos con varias deficiencias y debes micro-administrarlos acordemente y sin piedad alguna. Nadie se va a preocupar por tu empresa, ya que no vas a vender mucho de por sí. Y la mejor parte es que siempre vas a tener algo de que quejarte, haciendo ver como alguien a quien no le va bien. Esto tiene la ventaja extra de hacer menos atractivo para los ladrones, defraudadores y burócratas.

El único bemol es que este modelo daña tu salud y tu bienestar, así que asegúrate de contratar un buen plan de gastos médicos.

Ahora, si tú no eres un líder de negocios, sino un empleado de una compañía tirana, es momento de que reconozcas tus pecados y trabajes tu salida de ese Purgatorio. Dante creía que no puedes permanecer en el Purgatorio para siempre, o aprendes y progresas o te regresas al Infierno. ¿Necesitas una guía? Puedes empezar aquí.


Si tú eres un ciudadano del primer mundo tratando de entender a esa empresa miope que te trajo a Latinoamérica, espero que esto ayude.

Finalmente, si eres un consultor de negocios o un gerente que está tratando de cambiar a una empresa tirana, se paciente. Te va a tomar un buen tiempo.


(Agradecimiento especial para la Dra. Burke Murphy por editar este texto)